Por P. Modesto Lule Zavala msp
El
impetuoso piloto brasileño nacido en San Pablo, el 21 de marzo de 1960, deja
una huella imborrable en el automovilismo mundial, al conquistar tres títulos
de Fórmula Uno con su manejo privilegiado. Ayrton Senna simplemente vivió el
más puro sabor del automovilismo. En las pistas de la Fórmula Uno dejó un
legado que hoy en día los que tuvieron oportunidad de verlo tripular su auto o
conocer su trayectoria, no pueden olvidarle.
El piloto brasileño pasó a la
historia y a las páginas doradas de la Fórmula Uno por su entrega, su manera de
conducir y sus dotes de ser humano. Con un poco más de 10 años de correr en la
Fórmula Uno, Senna había ganado 41 competencias y tres campeonatos mundiales.
Si el asfalto estaba mojado, nadie como Ayrton Senna era capaz de conducir a la
misma velocidad que si el asfalto estuviera seco. ¿Será porque empezó a pilotar
a los cuatro años de edad cuando su padre Milton Da Silva le regaló un pequeño
kart con un motor de un caballo de potencia y por eso supo hacer parte de él el
volante del automóvil? Su paso por los karts en Brasil, Fórmula Ford 1600,
Fórmula 2000 Europea, en los que cosechó múltiples campeonatos, le abrieron la
puerta en la Fórmula Uno, donde se convirtió en el ídolo de miles de fanáticos.
Pero falleció en competición en el Autódromo Enzo e Dino Ferrari de Imola
durante el Gran Premio de San Marino, el 1 de mayo de 1994.
Yo
escuche a un comentarista de noticias que hablaba de él días después de su
fallecimiento. A pesar de que no soy fan de las carreras de auto, me impacto el
comentario. El comentarista señalaba que Ayrton no había tenido accidentes
graves a pesar de siempre conducir a casi 300 kilómetros por hora. Ayrton remarcaba
que los accidentes fuertes llegaban por distraerse fracciones de segundo. “No
podemos pensar en otra cosa que no sea manejar cuando estamos al volante. Una
fracción de segundo es necesaria para que perdamos el control del automóvil”.
No
podemos decir que un descuido fue la causa de muerte para Ayrton, ya que
algunas fallas mecánicas también pudieron provocar su accidente.
Sacando
una moraleja con esta noticia, algo parecido llega a suceder con el recorrido
que tenemos en esta vida. Nuestro caminar exige tener siempre puesta nuestra
atención en el camino. Cualquier distracción puede afectar nuestra vida y
también la de los demás. El neurólogo Ricardo Castañón señala que la tentación
en la mente tarda escasos segundos para que nosotros demos la autorización de
su ejecución. Son escasos segundos de lucha, de pelea, de duda, de tensión, de
esfuerzo, de combate. Si logramos vencer esos segundos tocaremos la victoria en
esa batalla. Pero también puede suceder lo contrario. Son escasos segundos los
que nos pueden separar de nuestro camino, nos hacen provocar un caos, nos hacen
perder el equilibrio y salirnos de la ruta marcada desde el inicio. Son escasos
segundos que pueden hacer perpetuo un instante. En esos segundos un pobre se
puede hacer millonario al aceptar llevar un paquete de droga fuera del país o
una señora puede lograr comprar los vestidos anhelados al vender a su hija a una
red de prostitución. En esos segundos un político puede hacer la transferencia
de dinero a su cuenta y dejar en la vil pobreza a todo un pueblo o país. En
unos segundos un hombre puede ser infiel a su esposa después de 15 o 40 años de
matrimonio. Todo puede pasar en unos segundos y estamos siempre expuestos a
sufrir alguna caída. Todo depende de cuanta fuerza de voluntad tengamos para
soportar el peso de la tentación. Aunque nosotros como cristianos tenemos la
firme esperanza de la misericordia divina que acude siempre en nuestra ayuda y
nos saca aun del abismo más hondo. Pongamos pues nuestra mirada siempre en Dios
y busquemos lo que nos levanta, limpia y purifica para poder seguir en el
camino hacia la santidad. La oración constante, la reflexión de la palabra de
Dios, los sacramentos son aquello que nos da la garantía de poder seguir en la
carrera.
Hasta
la próxima.
No hay comentarios :
Publicar un comentario