Ayer esperaba la salida de mi autobús en esas salas donde
siempre se espera el autobús. Mucha gente, y mucha plática. Unos oyen, otros
hablan y a veces no escuchamos lo que los demás dicen pero a veces escuchamos
de más.
"Hay momentos en los que la vida exige un cambio. Una transición, como las estaciones. La primavera fue maravillosa, pero el verano ya acabó. Desperdiciamos el otoño y ahora de repente hace frío.
Estaba parado en el andén del metro con una mochila y
una bolsa de plástico en mi mano viendo
para ambos lados con la esperanza de encontrar a alguien conocido y saludarlo.
No veo a nadie y mientras sigo repitiendo una jaculatoria en mi mente.
Tome un autobús de Texcoco con dirección a la Ciudad de México.
Tomo el asiento segundo después del chofer. Me acomodo y trato de cerrar los
ojos y dormir un poco. Son 40 minutos de viaje y quiero aprovecharlos para
descansar.
Hay quien cree que hay días
malos y lo único que esperan es cerrar su ojos para que todo acabe; yo no. Mi
perspectiva es distinta creo que son días distintos con retos y decisiones de
alto impacto.
Un gallo estaba convencido de
que era la potencia de su canto quien hacía despertar el Sol cada mañana. Y que
si, por desgracia, un día dejase de cantar, el Sol ya no saldría. Pero la
realidad era muy diferente de aquella que el gallo suponía.
Estaba un día Diógenes en la
esquina de una calle riendo como un loco. -¿De qué te ríes?, preguntó uno que
pasaba por ahí. -De lo necio que es el comportamiento humano, respondió. -¿Ves
esa piedra que hay en medio de la calle?
Un padre observaba a su hijo
menor que trataba de mover una gran maceta. Los esfuerzos eran vanos. El padre
miraba en silencio, sin intervenir. Cuando el hijo se dio por vencido, el padre
se acercó y le preguntó:
Hace
muchos años cuando vivía en Estados Unidos de Norte América, recibí una carta
de mi abuelita. Junto a la carta recibí una hoja escrita a máquina. El escrito
no era de ella, le había llegado y me lo compartía. Me gustó tanto, me impacto,
me sacudió totalmente. No lo leí una vez, fueron muchas. Lo aprendí y lo hice
una oración que desde hace mucho la reflexiono y la elevo a Dios para que no me
suceda lo que dice la historia. Hoy se las comparto de forma escrita y en
audio.
"Hay tres cosas que
manifiestan y distinguen la vida del cristiano: la acción, la manera de hablar
y el pensamiento. De ellas, ocupa el primer lugar el pensamiento; viene en
segundo lugar la manera de hablar, que descubre y expresa con palabras el interior
de nuestro pensamiento.
Yo dije: Nada es bello si
carece de pureza, y la pureza de los hombres se llama castidad. Me preguntan:
¿Entonces los casados carecen de pureza por no ser castos?
Cuentan que un día platicaban
unos jóvenes en el parque lo acontecido en el pueblo: Ayer leímos que había muerto
el mendigo con el que nos cruzábamos cada día en el templo... Lo terrible es
que nunca se dio cuenta de que el recipiente con el que pedía limosna era de
oro macizo... A él sólo le importaban las monedas...
Cuentan de un niño que nació
miope se acostumbró desde niño a ver la vida de forma borrosa, hasta que un
día, con la ayuda de los lentes de otro niño, experimentó que la realidad es
nítida, clara, bella y con muchos colores.
Cierto sacerdote platicaba con
un amigo de la infancia. -Creo que exageras con tu tiempo de trabajo. No le das
tiempo a Dios ni a tu familia. -Tú eres cura, y dices esas cosas porque es tu
obligación. La mía es trabajar y ganar dinero. -¿Crees en Dios? -La verdad
no...
Cuando me ha tocado estar en la mesa de la casa donde
vivo o en la mesa de un lugar público para consumir alimentos trato de no estar
revisando mi celular. A menos que espere
un mensaje o llamada muy, pero muy importante.
No soy de los que se espantan
cuando escuchan palabras altisonantes, pero si me llama la atención ver que las
personas cuando más acomplejadas son, más las utilizan.