Cuentan de un niño que nació
miope se acostumbró desde niño a ver la vida de forma borrosa, hasta que un
día, con la ayuda de los lentes de otro niño, experimentó que la realidad es
nítida, clara, bella y con muchos colores.
En la vida siempre hay gente
que ve el mundo de forma borrosa. No hay necesidad de cambiarle lentes o
hacerle una operación, sino de trasmitirle fe, esperanza, amor y alegría. Dios
nos regala estos dones y nosotros podemos compartirlos a los que no lo tienen.
No dudes de hacer el bien al
que camina a tu lado, puede ser que por eso cae a cada rato, por no poder ver
bien en la vida.
Hasta la próxima.
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