domingo, 28 de abril de 2013

El chiste sin final


Modesto Lule msp




Ayer esperaba la salida de mi autobús en esas salas donde siempre se espera el autobús. Mucha gente, y mucha plática. Unos oyen, otros hablan y a veces no escuchamos lo que los demás dicen pero a veces escuchamos de más.
Me ha tocado escuchar y ver a una señora que de forma muy solemnemente le reclamaba a su esposo. Fue tan espontaneo el momento que por eso mismo me llamó la atención. Ahí estaba la pareja en silencio como buscando sacar una plática y mirando para todos lados como queriendo buscar algún motivo o algún detalle para de ahí partir. El esposo un tanto distraído mirando para todas partes y la esposa un tanto pensativa como cuando se está preparando una pregunta pero no se sabe a qué hora decirla ni como decirla. Ella se arma de valor y mira a su querido a la cara le dice lo que siente y trae en su pensamiento: Oye amor, ¿porque nunca terminas una plática? Siempre la dejas a medias. Eso le impacto a aquel señor, lo pude ver en su rostro. Puedo decir que a mí también me impacto ya que me encontraba muy cerca. El esposo voltea y muy serio se le queda viendo a la mujer que le había reclamado. De la forma como ella hizo la pregunta y por lo que dijo creo que en otras circunstancias se hubiera suscitado un disgusto matrimonial en ese momento pero no fue así. La esposa no dejaba de verlo, pero pronto le sonrío y con eso supo amortiguar la interrogante. Yo no pude más que sorprenderme por el momento. Un tanto olvidadizo el señor  le pregunta a su esposa sobre lo que había dejado inconcluso. Ella respondió muy tranquila: Pues el chiste que me venias contando hace rato ya ni me lo terminaste de contar. Ha, yo pensé que era otra cosa, tan sencillo como contar un chiste pero para la esposa de aquel señor era importante. No cabe duda que aquella esposa tomaba muy en cuenta la plática de su esposo que hasta un chiste le parecía importante. El esposo muy tranquilo le termino de contar el chiste a su esposa y  al final mostró una pequeña sonrisa. Pronto anunciaron la salida de su autobús y se retiraron dejándome a mí con aquella bonita impresión de terminar lo que habían comenzado. El chiste no era muy bueno, pero lo termino. Así que nunca hay que dejar las cosas a medias porque ni los chistes se perdonan.


Hasta la próxima.

1 comentario :

  1. A veces nos pasa eso, porque creemos que a los demás no les interesa nuestra conversación, ya sea por sus gestos, impaciencia, por lo escueto de una respuesta o por muchas cosas más, entonces decidimos esperar para ver si lo que decimos es importante. Esta experiencia relatada en el blog no es el caso. Que importante es estar pendientes unos de otros. Tanto el que habla como el que escucha.El otro y yo somos importantes.

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