P. Modesto Lule Zavala msp
Desde
pequeño me han gustado las luchas. Cuando era pequeño jugábamos entre los
primos a ser protagonistas de una película. Había muchos que representábamos
ser luchadores.
No sé si a ustedes les gustan las luchas y tal vez no conocen nada de lo que estoy hablando pero me imagino que en algún momento han escuchado del santo enmascarado de plata o de Místico, o Rey Misterio Jr, personajes que se ponen una máscara para pelear en un ring. Pues bueno ellos son luchadores. Un primo mío que es más grande que yo siempre quería ser el santo enmascarado de plata. Era el más grande y nadie le podía ganar a las luchas. Cuando jugábamos otros eran las momias, monstruos, brujas y hombres lobos. La idea era tener con quien luchar entre buenos y malos y al final ganar los buenos, es decir los luchadores. Resulta que cierto día miré una película donde el santo se mete a una casa y le prenden fuego. Adentro lucha contra sus enemigos y los vence. Yo entusiasmado salgo de mi casa y busco algo con que entretenerme. No estaba nadie a excepción de mi hermano Gerardo, más pequeño que yo. Buscamos en la casa de mi tía pero no encontramos a nadie. Entramos a una pequeña cocina donde tenían una cubeta con maíz calentando para cuando se cociera molerla y hacer tortillas. Pues la dichosa cocina era de unas láminas de cartón bañadas con aceite quemado que le servía como impermeabilizante.
No sé si a ustedes les gustan las luchas y tal vez no conocen nada de lo que estoy hablando pero me imagino que en algún momento han escuchado del santo enmascarado de plata o de Místico, o Rey Misterio Jr, personajes que se ponen una máscara para pelear en un ring. Pues bueno ellos son luchadores. Un primo mío que es más grande que yo siempre quería ser el santo enmascarado de plata. Era el más grande y nadie le podía ganar a las luchas. Cuando jugábamos otros eran las momias, monstruos, brujas y hombres lobos. La idea era tener con quien luchar entre buenos y malos y al final ganar los buenos, es decir los luchadores. Resulta que cierto día miré una película donde el santo se mete a una casa y le prenden fuego. Adentro lucha contra sus enemigos y los vence. Yo entusiasmado salgo de mi casa y busco algo con que entretenerme. No estaba nadie a excepción de mi hermano Gerardo, más pequeño que yo. Buscamos en la casa de mi tía pero no encontramos a nadie. Entramos a una pequeña cocina donde tenían una cubeta con maíz calentando para cuando se cociera molerla y hacer tortillas. Pues la dichosa cocina era de unas láminas de cartón bañadas con aceite quemado que le servía como impermeabilizante.
Vi
el fuego con todo su esplendor en aquel fogón (lugar donde se pone la leña y se
le prende fuego). Y tome una de las brasas, la vi muy de cerca. Después la puse
en una de las paredes de cartón y comenzó a arder. La puse en otro lado y así cubrí
todas las paredes con fuego. Mi hermano salió y yo adentro imaginándome la
escena de la película que acababa de ver. Salí de aquel lugar y sin pensarlo me
retire a mi casa otra vez. Me dio sueño y me acosté. Pasado el tiempo alguien
me despertaba para decirme y preguntarme que si yo había quemado la cocina de
mi tía. Yo un poco dormido no entendía. Pero mi tía si entendió que ya no tenía
cocina. Me dieron mi escarmiento y desde entonces no quemo cocinas.
Esas
son algunas de las cosas que no debemos hacer en la vida. Tenía como 7 años y
creo que a mi tía no se le olvida que le que me su cocina.
La
vida de fantasía es buena porque nos lleva a mundos lejanos y nos inspira
muchas veces para poder seguir los sueños de la vida. Pero hay que tratar de no
sumergirnos tanto en esos mundos donde en ocasiones no se sabe distinguir entre
la realidad y la ficción. Si no hacemos una clara distinción podemos caminar en
la vida pensando que todo va a cambiar de un momento a otro sin el menor
esfuerzo, simplemente con el chasquido de unos dedos o que todo volverá a ser
diferente al siguiente día.
Nosotros
somos parte de ese cambio que necesita el mundo y necesitamos vivir en un mundo
real donde nuestro compromiso es indispensable. Este mundo es real y cada
acción tiene sus consecuencias. Pongamos atención que hacemos en este momento
para después no lamentarnos. Hay que vivir el presente con toda su intensidad.
De
un tiempo a la fecha ya no quemo casas ni cocinas, trato de incendiar los
corazones con el fuego de la Palabra de Dios.
Hasta
la próxima.
Buscar la Verdad eso es lo real, te ubica justo donde debes estar, pues ella te enfoca y así se puede enfocar a los demás en el curso de la Vida. Entonces comienzas a vivirla, en su profundidad, que trasciende lo material, transformándonos espiritualmente, para ver y vivir intensamente lo que es verdaderamente real, Dios.
ResponderEliminarPorqué sentimos desvergüenza al PECAR en público pero sentimos mucha vergüenza REZAR en público???
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